La homosexualidad en la Antigüedad: Mesopotamia

Destacados SCROLL HIstoria

Dos ríos fueron la cuna de la primera civilización conocida como Mesopotamia. Hace algo más de 5000 años este territorio entre el Éufrates y el Tigris era un hervidero de vida. Actualmente, comprendería la actual Iraq y parte de Siria, pero en su tiempo dicha civilización fue la precursora de la escritura entre otras cosas.

Los arqueólogos e historiadores han descubierto que la percepción de la homosexualidad en Sumer fue muy distinta al resto del Mediterráneo. Algunos de los registros más antiguos relatan la existencia de una casta sacerdotal (fig.1) llamada “assinu”, que literalmente significa “hombre útero”. Posiblemente, esta fuese la forma de denominar a los hombres abiertamente homosexuales de esta civilización. Sobra decir, que estos personajes posiblemente fuesen de alto rango, por lo que estarían más que aceptados por la sociedad mesopotámica. En los presagios sumerios de Shumma Alu narran como estos sacerdotes ejercían la prostitución masculina de la siguiente forma: «si un hombre mantiene relaciones sexuales con un assinnu, quedará libre de desgracias«.

Fig. 1. Sacerdotes mesopotámicos.

Por su parte, en el norte de esta civilización, encontramos a la cultura babilónica, donde se ha documentado la homosexualidad como algo natural y normal en su sociedad. Es más incluso existen numerosas referencias religiosas a este tipo de comportamientos. En ellas encontramos como los sacerdotes de la diosa Ishtar también eran homosexuales. Estos participaban en rituales bailando vestidos de mujer o practicando la prostitución masculina en los templos. Es por esto, que expertos como Karen Rhea Nemet consideran que en Babilonia las relaciones homosexuales eran algo habitual y no estaban para nada condenadas. Algo totalmente distinto, es el hecho de que las relaciones tanto de forma pasiva, como de forma activan estuvieran bien vistas. Como hemos hablado anteriormente, en muchas culturas mediterráneas estaba bien considerado el papel activo dentro de una relación homosexual, mientras que el rol de pasivo se veía con malos ojos.

Todo lo contrario ocurría en el reino de Asiria, donde la homosexualidad no era tolerada ni aceptada, al menos la masculina. Decimos esto, puesto que en el famoso Código de Hammurabi (1760 a.C.)(fig.2), sí que existen referencias a la homosexualidad femenina donde se las denomina con el término de salzikrum o hijas-varón. A éstas se les daban derechos para poder contraer matrimonio con una o varias esposas. Incluso podían aspirar a la herencia y propiedades tal como lo haría un varón de su época en cualquier otra cultura. Pero, sin embargo encontramos leyes en contra de la homosexualidad masculina.

Fig. 2. Código de Hammurabi

Durante el reinado de Tiglatpileser I, en el periodo medio del imperio asirio en el s.XII a. C., surgieron leyes para penar la homosexualidad masculina. Las tablillas que han llegado hasta nuestros días con dichas leyes relatan tanto los castigos, como las formas de acusar. Por un lado tenemos la Ley XIX que dice lo siguiente: ”si un hombre ha difamado secretamente a su amigo diciendo «He yacido con él» o ha hablado sobre él durante un litigio en presencia de otras personas, diciendo «el hombre ha yacido contigo», diciendo «Yo afirmo y te acuso». Si por el contrario, se demuestra que es falsa la acusación será el difamador quien reciba 50 latigazos y tendrá que trabajar para el monarca un mes. Otra de las leyes, la XX, dice lo siguiente: Si un hombre ha yacido con su amigo y se prueban los cargos y se le encuentra culpable será castigado convirtiéndole en eunuco”. Por lo que la castración era uno de los castigos empleados ante las sospechas de homosexualidad masculina.

No debemos olvidarnos de los relatos mitológicos. Al igual que ocurre en la cultura grecorromana, los mesopotámicos también tenían mitos donde héroes y dioses mantenían “estrechas” relaciones con personas de su mismo sexo. Este es el caso de la famosa “Epopeya de Gilgamesh”.

En 1927 se encontró el palacio en ruinas del rey asirio Ashurbanipal en Nínive. Tras varios milenios oculto, se encuentran en el interior del recinto 12 tablillas de barro (fig. 3) que recogían la historia del héroe más grande del pueblo sumerio, Gilgamesh. Según este relato, Gilgamesh era el rey más hermoso de la ribera del Éufrates. Su reinado se produjo después del diluvio universal, pero su legado no fue su belleza sino su tiranía, la cual enfadó a los propios dioses. El dios Anu, para acabar con su soberbia envió al salvaje Enkidu para matarlo. Enkidu había nacido del barro gracias a la diosa Araru, la cual pretendía controlar al hombre de barro para acabar con el rey.

Fig. 3. Tablilla de barro con la Epopeya de Gilgamesh

Su contienda duró años. Ambos eran fuertes y pelearon cuerpo a cuerpo sin descanso, hasta que el rey venció a Enkidu y le perdonó la vida (fig. 4). Este en agradecimiento le juró amistad eterna. Entre tanto, la diosa Ishtar se enamora del rey, pero la rechaza porque prefiere compartir su vida con su nuevo “amigo” Enkidu. Esta en venganza, comienza a mandarle sueños premonitorios con la muerte de Enkidu. Poco después, las profecías se cumplen y el hombre de barro muere. Gilgamesh roto de dolor organiza en su honor el más grande funeral conocido hasta el momento, y le dedica las más hermosas elegias recordadas en la historia. Tras esto, el rey decide exiliarse y vagar por el mundo buscando a su amado, pero los dioses se apiadan de él y lo reencuentran con Enkidu, el cual le narra su estancia en el inframundo. Luego, sus almas quedan ligadas y selladas para siempre, como muestra de su gran amor.

Este relato, no hace sino confirmar que aunque existieran leyes que condenasen la homosexualidad masculina, el pueblo asirio tuvo en algún momento de su historia un relato de carácter homoerótico.

Fig. 4. Enkidu y Gilgamesh luchando

En definitiva, una de las civilizaciones más antiguas del mundo tampoco queda exenta de tener y constatar este tipo de relaciones. Si bien es curioso, que a diferencia de otros pueblos como el griego o el romano, tuvieran en alta estima las relaciones lésbicas. Algo muy adelantado a su tiempo.

 

Para saber más

Bogdan, T. (2017): “Homosexuality in Ancient Babylonia”. East West Edition. Vienna, Austria.

Pangas, J.C. (1989): “Estudios sobre la sexualidad en la Antigua Mesopotamia”. Estudios de Asia y África. Publicaciones El colegio de México. Vol. 24, No. 3, pp. 356-386

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *