Lorca y Dalí. Un amor no correspondido

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Mucho se ha escrito de estos dos emblemáticos artistas. Lorca y Dalí son dos grandes referentes del panorama español, uno por sus letras y otro por sus pinceladas. Es por esto mismo, que creo que conocer el lazo de unión que los unía, es de vital importancia para conocer sus obras.

Seguramente os estéis preguntando, que tendrá que ver una cosa con la otra, pero si ahondáis en la vida de ambos sabréis que Lorca bebió de Dalí y Dalí de Lorca. El pintor tuvo una época lorquiana y el poeta palabras para el otro. Es más, Lorca nunca hizo eso por nadie. Dalí, por su parte, había pintado a Lorca en las pinturas “La academia neocubista” (fig, 1) y en “La miel es más dulce que la sangre”. Esta última obra en paradero desconocido. Y como obra común nos quedará para siempre la pieza teatral “Mariana Pineda”, con figurines del pintor. Por lo que, ambos se retroalimentaron del otro, dando como resultado una gran obra. Además, gracias a la labora de los historiadores e investigadores actuales, hoy día podemos conocer las cartas que se enviaron ambos y un poco de lo que sucedió entre ellos.

Fig. 1. La Academia Neocubista (1926).

Pero comencemos desde el principio. Su historia tuvo idas y venidas desde 1923 hasta 1936, fecha en la que el poeta granadino muere. Lorca y Dalí eran como el día y la noche. El primero, supo casi desde el principio su orientación sexual. Nació en Fuente Vaqueros (Granada) un 5 de junio de 1898 (si queréis conocer la vida de este gran autor, pinchad aquí). Ya desde su niñez, demostró un don innato para las artes, en concreto para la música. Es por esto, que con los años se convirtió en un gran pianista. Pero, su llegada a la Universidad de Granada iniciaría su amor por la literatura y las letras. De carácter alegre, fue una persona muy inteligente con un gran poder de observación. Pronto comenzaría a escribir poesía, en su mayoría en prosa, sobre sus viajes por España. Aunque, no solo de viajes y paisajes escribió, sino que por cosas de su edad, plasmó en sus letras el amargor y la angustia que le supusieron los primeros desamore de la adolescencia, curiosamente de mujeres. Pero, Federico se dio cuenta que el problema no lo tenían las mujeres, sino él. Ya que no podía satisfacerlas como ellas querían debido a su orientación sexual.

Por su parte, Dalí se había formado en una de las mejores escuelas de bellas artes de España, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Según cuentan, ya desde pequeño soñaba con ser un gran pintor. Es más, desde joven fue un enamorado del Siglo de Oro español, siendo sus grandes referentes Velázquez y los grandes artistas del Renacimiento italiano. En 1922, con 18 años era todo lo contrario a Lorca, tenía una personalidad excéntrica y rara, a la par que taciturna y sombría. Además, la muerte de su madre Felipa Domenech, años atrás, no había sino marcado a un más estos rasgos. Pese a esto, se concienció en conseguir ser un reputado y afamado pintor, cosa que conseguiría.

Cuando Lorca se mudó a Madrid, corría la primavera de 1919. Meses más tarde, se uniría a esta misma institución Dalí, que junto a Luis Buñuel y José “Pepín” Bello se convirtieron en un grupo inseparables desde el principio (fig. 2). Era común verlos en verbenas y bares de Madrid, sobre todo del antiguo barrio de Chamberí, donde se encontraba la residencia. allí solían visitar con frecuencia un bar donde una banda de jazz norteamericana tocaba. Será ahí, cuando la relación entre nuestros protagonistas se estreche. Entre que Dalí apenas mostraba interés por las mujeres y Federico, que pese a las profundas diferencias que existían entre ambos, acabó fijándose en su amigo.

Fig. 2. Salvador Dalí, José Moreno Villa, Luis Buñuel, Federico García Lorca y José Antonio Rubio Sacristán.

Comenzaron casi sin darse cuenta un juego peligroso, un coqueteo erótico y sin ninguna malicia que acabaría rompiendo su relación años después. Era tal su conexión, que incluso cuando estaban separados se contactaban mediante cartas en las que se podía entrever un trasfondo homoerótico, así como algo más que una mera amistad. Si bien es cierto, que Lorca era mucho más consciente de esta “relación” de lo que era Dalí, el cual siempre con sus excentricidades se sintió comodísimo en el papel de ser al que amaran. Eso sí, coqueteaban, tonteaban y flirteaban sin descanso, pero nunca consumaron físicamente. Buena prueba de ello son las cartas que hemos mencionado anteriormente:

“Tú eres borrasca cristiana y necesitas de mi paganismo (…) yo iré a buscarte para hacerte una cura de mar. Serás invierno y encenderemos lumbre”, le escribió Dalí a Lorca en 1928.

Si bien es cierto, que el pintor años después en una entrevista al historiador Max Aub, confesó que Lorca había intentado mantener relaciones sexuales con él, en el verano de 1926. En dicha entrevista, el pintor llegó a decir:

“Federico como todo el mundo sabe está muy enamorado de mí, y probó a darme por culo dos veces, pero como yo no soy maricón y me hacía un daño terrible, pues lo cancelé en seguida y se quedó en una cosa puramente platónica y en admiración”

La realidad fue, que durante unas vacaciones de verano Dalí invitó al poeta a Cataluña, ya que este había comenzado la instrucción militar y lo invitó a pasar unos meses en Cadaqués, Barcelona y Figueras. Buena prueba de esos días, son las fotos que han quedado para la posteridad (fig. 3), donde se pueden ver a los dos en actitud cariñosa, cogidos de la mano o abrazándose. Podemos intuir, que para Loca fue bastante mareante la situación y que por esto, daría el paso para tener algo más físico con Dalí.

Fi. 3. Fotografías de Lorca y Dalí durante sus vacaciones de verano en Cataluña

Algo que debemos mencionar, es que Dalí era extravagante en todos los sentidos, tanto artísticamente como sexualmente. Es de sobra conocido, que el artista disfrutaba viendo a parejas practicar sexo. El pintor, había recibido desde pequeño una educación muy estricta por parte de su padre y estaba aterrorizado por contraer alguna enfermedad de transmisión sexual (ETS). Posiblemente, todo esto diese como resultado su gusto por la masturbación y que Lorca fuese algo así como su “fruta prohibida”. Sin embargo, Salvador puso la miel en los labios a Lorca. Le exigió que si quería tener relaciones con él, primero debía acostarse con una tal Margarita Manso. El poeta accedió, aunque Dalí jamás cerró su trato. El pintor disfrutaba de ver, mientras que el poeta de tocar y sentir. Su relación, estaba avocada al fracaso casi desde el principio.

Fue tal el amor (u obsesión) de Lorca hacia Dalí que en 1925 le escribiría en la Revista Occidente unas palabras tituladas “la Oda a Salvador Dalí”, donde quedaba reflejada esa conexión y amor que existía entre ambos. Sin embargo, a partir de 1928, la relación entre ambos da un giro de 180 grados. ¿El culpable? Luis Buñuel (fig. 4). Según cuentan, el principal motivo de distanciamiento entre ambos fue la crítica que hizo Dalí del Romancero Gitano de Lorca. Buñuel que había leído la obra de Federico y no le había gustado nada, metió cizaña entre ambos. Además, tanto Buñuel como Dalí estaban fuertemente arraigados en la corriente artística del surrealismo. Pero Lorca, estaba en el polo opuesto, en el clasicismo y el pasado.

Fig. 4. Buñuel, Lorca y Dalí.

Las palabras de Lorca no se hicieron esperar y criticó duramente Un perro andaluz (1929), película en la que habían colaborado Buñuel y Dalí. Es más, el granadino pensaba que el titulo iba por él, por lo que desde ese momento la relación se enfrió. Además, poco después Dalí conocería a la que sería su mujer, Gala. Gala era una inmigrante rusa de gran belleza al que pintor usó en sus obras y de la cual se enamoró. La musa, era conocedora de lo que Lorca sentía por su marido, por lo que siempre receló del poeta. Es más, se cuenta que Lorca era tema tabú en la casa de los Dalí. Así que imaginad el percal.

Como hemos empezado diciendo al principio, muchos periodísticas e investigadores han analizado esta relación en profundidad. Uno de estos es Víctor Fernández, el cual ha recopilado un intenso epistolario entre ambos artísticas. Su libro Querido Salvador, Querido Lorquito (Elba), recopila las cartas entre 1925 a 1936 (fig. 5). Pero, de todas la cartas del pintor hacia el poeta que han sobrevivido hasta nuestro días encontramos una cuarentena, sin embargo, de las de Lorca a Dalí, apenas siete. ¿El motivo? Fernández lo tiene claro “Por un lado Ana María, que vendió mucho material de archivo de su hermano tras la Guerra Civil; y por otro Gala, que por celos destruyó otras muchas”.

Fig. 5. Querido Salvador, Querido Lorquito: Epistolario 1925-1936: 13 (ELBA) de Víctor Fernández y Rafael Santos Torroella.

Pero la muerte fue la que realmente los separó. El 18 de agosto de 1936 Lorca era asesinado por las tropas franquista por “rojo y maricón”. Dejando a Dalí completamente desolado. Desde ese momento, Lorca comenzaría a aparecer en dibujos extraños de Dalí. Era indudable que el pintor se sentía culpable, puesto que según creía no había insistido lo suficiente a Lorca para que saliera del país junto a él, rumbo a Italia en 1936.

Con la muerte de su esposa Gala en 1982, Salvador quedó totalmente trastornado. Ya no quería comer o dormir. Se quedó en los huesos, con casi 34kg. Según sus enfermeras, se había quedado enroscado mentalmente en su época de la Residencia de Estudiantes, donde conoció a Lorca. Tan solo entendían una frase que repetía constantemente el pintor: “Mi amigo Lorca” (fig. 6).

Fig. 6. Fotografía de Dalí y Lorca.

Lo que empezó siendo una gran amistad y conexión entre ambos, acabó en desdicha y en lo que pudo ser y no fue. Y parece cuanto menos increíble una vez que lees las cartas que se prodigaban. Parecían una pareja, con halagos, palabras cariñosas y coquetas. Pero no, nunca llegaron a nada físico. Fue un amor platónico, de esos de novela que les sirvió a ambos para crear grandes obras. Obras, que hoy nos recuerdan que debemos amar con libertad. Que debemos amar, pero sobre todo sentirnos amados y correspondidos. Feliz mes del Orgullo LGTIQ+.

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