«Federico, permíteme que te tutee, hoy que es un día cualquiera. Podría haberte escrito en la fecha de tu cumpleaños.
Podría haber representado un pasaje de “Bodas de sangre” o recitado en cualquier red social unos versos gitanos. Pero tanto tú como yo nos salimos de la norma, y eso es lo que habría hecho cualquiera.
Quiso la providencia que tu aniversario cayera por siempre en el mes de la libertad. El mes de los colores, del canto a la vida, a la valentía y al amor. Junio, con sus vientos de tragedia y la Luna que
nos enamora.
Del calor de la Andalucía más señera y el frío de la nueva normalidad. El cuchillo del odio, que no escapa del caballo en la montaña.
Podría enumerar uno por uno tus romances y tragedias Federico. Podría escribir una elegía a las cinco de la tarde y recitarla al cielo color albero.
Podría morir desafiando la ley y siendo fiel a mis principios, tejiendo la bandera del amor propio.
Podría hacer tantas cosas… que tú ya hiciste.
Y me gustaría enamorarme y que el amor pintase realidades inverosímiles y se peinara el bigote con el rocío de la mañana. Y que fuera la historia de amor más pura y dolorosa de las artes españolas.
Que la noche grite su nombre mientras la muerte me abraza fría y mi madre niega la profanación de
mi cuerpo.
Tú quizás no eras consciente, cuando tejías la vida entre letras que ese era tu pasaporte a la inmortalidad.
Nueva York se quedó pequeña ante el poeta y su Barraca. Aquella caravana de los
sueños de unos pocos que daban la vida a tus personajes en los escenarios de tu Andalucía.
Creo, Federico, que serás consciente que tus historias derribaros fronteras y llamaron a las puertas
más increíbles que jamás pudieras imaginar. El arte es Lorca y Lorca, obviamente, es arte.
Eres canción, recital y libros. Películas y teatro. Graffiti y baile urbano. Tatuajes en pieles diversas y frases
en los estados de whatsapp.
Eres el tiempo que no se detiene y tu esencia es impertérrita al paso de
las épocas. Transcienden tus letras y cala tu mensaje.
También tiene una parte “mala”… los exámenes. Nos has dado quebraderos de cabeza en la adolescencia, para agradecerte en la adultez que nos enseñaras a pensar. Eras el fragmento del libro de texto que una niña curiosa, como lo era yo, leía y memorizaba entre el ángelus y la hora del
recreo.
La figura por la que le preguntaba a los profesores y pedía a mis padres que me contaran
más y más. Posiblemente eres la causa por la que muchas personas, de las que nos intentamos
denominar “artistas” estamos aquí a día de hoy.
También eres acompañante Federico. Cuantas noches habré pasado leyendo cancioneros y
hablándoles a mis raíces, serranas y calós. Descifrando el enigma del agua estancada, la luna y el
caballo que corre desbocado por el sendero a altas horas de la madrugada. El enigma de la vida, de la tierra que pisamos y que nos presta su identidad. La eterna dicha de vivir el folclore y haber nacido en Andalucía.
Naciste en tiempo pero te fuiste pronto. Tu visión de la vida y el amor, para unos errónea, para otros bellísima, hicieron que se apagara el farol a manos de unos metales al alba. Y todo lloró. Y la sangre
se derramó. Murió la persona, nació la leyenda. El poeta y sus letras eternas.
Llora Granada y el mundo entero.
Y yo, como Rosita me quedo esperando cartas que no llegan. Sabiendo la cruda realidad que me rodea y leyendo al amparo del cuarto creciente a la Andalucía más pura de la mano del andaluz más universal.
Federico, gracias y buen viaje. Orgullo para ti y para todos los que vivimos a la sombra de tu obra.
Salud, orgasmos y mucha libertad. «
By La Ninfa