¿Sabías que La sirenita refleja en realidad una historia de amor LGTBI?

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Hans Christian Andersen, escritor de cuentos como El patito feo (1843)La sirenita (1837)El soldadito de plomo (1838)La reina de las nieves (1844)… Muchos de nosotros hemos crecido con los cuentos de Andersen.

Pero hoy en Gente Yold queremos contarte el verdadero, y mucho menos conocido, origen del famosísimo cuento de La sirenita. Probablemente a todos se nos venga a la cabeza la película de Disney; todo un clásico ya del cine de animación. Como estamos acostumbrados con todos los clásicos de Disney, en el caso de La sirenita los personajes acaban superando todas las adversidades y al final hay un bonito final feliz. Pero hoy queremos contarte la versión original de este cuento: una historia bastante menos luminosas y cargada de soledad, desencanto y tristeza.

«EN LA VERSIÓN DE ANDERSEN, LA SIRENA ARIEL, COMPLETAMENTE ENAMORADA DEL PRÍNCIPE, TERMINA SUICIDÁNDOSE, DEJANDO QUE SU CUERPO SE DISUELVA EN LA ESPUMA DEL MAR.»

Un cuento bastante más trágico
La sirenita fue escrita originalmente por el autor danés Hans Christian Andersen en 1837 y es un cuento que nos habla de la historia de un gran amor imposible.

En la versión real, el príncipe Eric no se enamora de una bruja marina que finge ser humana, sino de una princesa de un reino vecino. Esto lleva a la sirena Ariel, completamente enamorada del príncipe, a suicidarse, dejando que su cuerpo se disuelva en la espuma del mar. Algo fuerte para un cuento de Disney, ¿no es así?

Según relata el escrito Rictor Norton en su libro My Dear Boy: Gay Love Through the Centuries (“Querido muchacho: El amor gay a través de los siglos”), Andersen escribió este famoso cuento después de su intento fallido de cortejar a Edvard Collin, un hombre heterosexual.

 

Reflejo de una historia de amor homosexual
Todo apunta a que la conocida historia es en realidad un reflejo de un amor homosexual no correspondido: igual que en el cuento donde la sirena Ariel se enamora perdidamente del príncipe Eric, el escritor se enamoró de un hombre heterosexual de la superficie, pero en este caso de la superficie social, ya que pertenecía a un estrato social superior. El escritor reflejó en su propio cuento su experiencia, colocándose a sí mismo en el papel de la pequeña sirena: frágil y sin voz para expresar su amor abiertamente, aunque siempre dispuesto a sacrificarse.

 

Collin y Andersen fueron amigos desde la pubertad y eran inseparables, pero la sociedad de la época nunca habría aceptado que su relación evolucionara más allá. Así pues, cuando Collin fue obligado por su familia a casarse con una mujer en 1836, Andersen huyó a la isla de Fyn, en el país danés, para escribir sus cartas de despedida y lo que se convertiría en su más grande desahogo: el cuento de La sirenita.

En las cartas analizadas por Norton, Andersen confesaba a Collin que su amistad era “como los misterios, no debe analizarse”, y le reconocía que parte de su alma se iba con Collin. El escritor nunca temió expresarle su amor, ni su lado femenino: “Languidezco por ti (…), mis sentimientos por ti son como los de una mujer. La feminidad de mi naturaleza y nuestra amistad deben permanecer en secreto”.

El origen de otras de sus historias
La sirenita no fue el único cuento en el que Andersen plasmó sus experiencias vitales, especialmente las relacionadas con su vida amorosa. Hay varias versiones sobre si el autor era homosexual o bisexual, ya que tuvo varios affaires con mujeres. En concreto, Andersen se enamoró a menudo de mujeres bastante inaccesibles para él y muchas de sus historias se interpretan como alusiones a sus fracasos sentimentales.

Una de ellas, casi la más famosa, fue su historia con la soprano Jenny Lind. Su pasión le inspiró el cuento de El ruiseñor, y contribuyó a que la cantante terminara siendo apodada la “ruiseñor sueca”. Parece que a Andersen no le resultaba nada fácil expresar sus sentimientos y tuvo serias dificultades para declararse a Lind. Finalmente decidió hacerlo en 1844 a través de una carta que el escritor le dio a la cantante, antes de que ésta tomara un tren para actuar en un concierto. Lamentablemente, los sentimientos de Andersen no eran correspondidos, ya que ella lo veía como a un hermano, como ella misma le explicó en su respuesta: Adiós… que Dios proteja a mi hermano. Es el sincero deseo de su afectuosa hermana. Jenny”.

 

El soldadito de plomo también fue un reflejo de una de las historias sentimentales del escritor. En concreto, fue una obra pensada para el bailarín danés Harald Scharff, quien se lesionó una pierna en 1863 y tuvo que abandonar su carrera. Scharff correspondió brevemente al amor de Andersen, pero tras su accidente también optó por casarse con una mujer, en 1863.

 

Andersen vivió esta ruptura en su última etapa vital y en sus memorias retrató la profunda tristeza que sintió y su seguridad de que “jamás se volvería a enamorar”. El escritor murió de cáncer hepático en 1875.

 

No todos los cuentos de Andersen son reflejo de su vida amorosa. En el caso de El patito feo, por ejemplo, el autor danés relata cómo se sobrepuso a la discriminación y al bullying del que era objeto siendo niño, por su origen humilde. Tanto, que 173 años después de su publicación, el cuento sigue siendo un referente a favor de la diversidad, y supone una puerta abierta para aquellas personas que se consideran un patito feo, bien sea porque no se sienten agraciadas físicamente, o porque su carácter no encaja con el entorno social.

¿Conocías el verdadero origen de los cuentos de Andersen? ¿Sabías que La sirenita hacía referencia a una historia de amor gay? 

 

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