
Nadie dijo que fuera fácil ni cosa de dos tardes interactuando en las redes sociales, pero poder se puede Samantha. No te culpo, solo comparto estas líneas para que sepas que no estás sola, que se puede conseguir. Que nuestras estructuras mentales, remachadas bajo una sutil capa de buenismo en ocasiones autoimpuesta, son tan poderosas que aunque la vida en sus más diversas manifestaciones se imponga, en ocasiones no somos capaces de asumirla porque ello nos obliga a replantear y replantearnos sus límites.
Pero se puede Samantha, créeme. Lo sabes mejor que nadie porque tu trabajo, entre fogones, consiste básicamente en experimentar. Se necesita constancia, paciencia y amplitud de miras.
Imagina un buen plato de cuchareo, lo has degustado toda la vida con sus mismos ingredientes, texturas y olores. Ni una pizca más de sal, ni un segundo menos en la olla. Un día te levantas creativa, impulsiva y decides probar. Combinas las especias de otra forma, añades aquello tan sabroso que te aconsejaron en la última cena que tuviste con amigos y decides, en ese momento, alargar el punto de sazón. Y voilà! Al final queda rico y todo.
La mente es como una amplia cocina, puedes llenarla de instrumental, género y buena disposición pero siempre, siempre, existe la posibilidad de darle otra vuelta para que no te quede sosa. O, siendo más imaginativos, puede ser como un Roscón al que hincas el diente tímidamente para no empacharte aunque así nunca llegues a encontrar la sorpresa que se esconde unas capas más abajo de la fruta escarchada.
No estás sola Samantha, es posible lograrlo. En la vida uno puede cocinar, sentir y bailar como le dé la gana, solo hay que permitir que no te lo impongan ya que el menú del día, a la postre, no será de tu gusto.
Se puede Samantha. Solo permite que los demás degusten la realidad a su manera como tú, seguramente y con éxito, lo has hecho. Solo así, el caduco mantra “los niños con los niños y las niñas con las niñas” será una simpática canción de Fernando Esteso y no una triste realidad que creíamos superada.
Ánimo Samantha, se puede.